Cuatro rutas a seguir en la 4T

La transformación de un país es un proceso a largo plazo, un sexenio sería sólo el comienzo, los resultados requieren más tiempo, sí se transita por el camino correcto, lo cual implica un ejercicio amplio de planeación y de construcción de consensos políticos. El presente intenta identificar las tendencias, ubicar propuestas genéricas y abonar a la certidumbre que se requiere en los procesos de participación o adaptación de los actores políticos, económicos y sociales, bajo una perspectiva de la objetividad posible.

No se puede iniciar un breve análisis de prospección para nuestro país en función de la conducción del gobierno federal, sin tener claridad de dónde venimos y en dónde estamos, y en qué vehículo vamos.

Debemos de tener claro que el gobierno de López Obrador es producto de un proceso histórico de largo plazo y es el primer gobierno emanado de una tendencia asociada a la izquierda política de México, y su arribo se da en función de un primer movimiento pendular dentro del espectro de centro derecha política, después de décadas de go- biernos priistas se dio una alternancia hacia el centro derecha con 12 años de gobiernos panistas, se cambió de partido, pero no de modelo económico, ni de sistema político.

La alternancia fue más electoral que estructural, permitió avances importantes en áreas específicas de la vida nacional, pero estuvo lejos de una transformación estructural en lo político, mucho menos en lo económico y las cifras de aumento de pobreza son muestra de un retroceso social.

La expectativa de un gran cambio radical se ve frustrada por la realidad y en el primer año de gobierno se siembra lo nuevo y se arranca de la tierra lo viejo, los resultados en diversas áreas del quehacer gubernamental son magros y es normal, aunque se requiere de una retórica que explica con o sin razón en ocasiones, sobre el desastre y lo mal que el gobierno anterior dejó al país, este discurso sólo puede durar poco más de un año, en el 2020 se deben mostrar las nuevas tendencias positivas.

ECONOMÍA y TENDENCIA SOCIAL

Si se revisan las estadísticas de crecimiento económico en función del crecimiento del PIB en todos los primeros años de los sexenios desde Luis Echeverría (1970 – 1976) el promedio de crecimiento de ese indicador es cercano a cero. Esto significa que existe en la economía mexicana un acentuado ciclo político estructural de la economía, que independientemente del partido político en el poder -PRI, PAN o Morena-, la economía sufre un ajuste inercial o deliberado en el primer año de cada sexenio, sea en la política económica del priismo populista nacionalista estatista de Echeverría y López Portillo, en el modelo neoliberal priista iniciado con De la Madrid, acentuado por Salinas, mal llevado por Zedillo, su continuación panista con Fox y Calderón, el pésimo colofón de Peña Nieto y ahora con López Obrador.

El cambio político hacia una tendencia a la izquierda, proveniente de una larga lucha opositora inevitablemente, pese a los esfuerzos de mediano éxito de la actual administración federal, generó desconfianza, posiciones conservadoras y en algunos casos nerviosismo exacerbado por parte de los inversionistas, corporativos industriales y financieros, cabe decir nacionales más que extranjeros, esta desconfianza parte en mayor medida de la incertidumbre y falta de información previa respecto de las políticas económicas específicas que aplicaría el nuevo gobierno, si daría un profundo golpe de timón arriesgado, si haría modificaciones graduales o mantendría el orden de las cosas; y en la menor parte se debió a la desconfianza creada y alentada en prejuicios políticos exaltados por alarmistas respecto a una posible cubanización o venezuelización política y económica, que hoy en día está prácticamente desechada por la vía de los hechos, y también por la asociación y filiación política de algunos actores económicos relevantes.

La estrategia económica es y seguirá siendo conservadora para tratar de generar mayor confianza en los mercados y en los inversionistas, política monetaria restrictiva para controlar la inflación en márgenes por abajo del 5%, aunque el aumento al salario mínimo, lo cual es un acierto para estimular el mercado interno, y el precio de los combustibles, son presiones importantes para el alza de precios.

Al final la inflación se mantendrá en márgenes que permitan mantener el poder adquisitivo y evitar un alza en las tasas de interés. La disciplina financiera es prudente y responsable bajo los estándares internacionales, no tanto para generar un impulso a la inversión y el desarrollo. No hay cambio de modelo económico, no hay gran trasformación en esta materia. Y así será todo el sexenio.

CONTROL POLÍTICO

La mayoría electoral con la que ganó López Obrador y la sobrerrepresentación en el Congreso de la Unión, le otorgaron legitimidad, y con sus aliados, mayoría absoluta del Poder Legislativo, por ende, un instrumento formidable para realizar los cambios institucionales necesarios para la transformación del país, pero ello no implica, como ha sucedido hasta ahora, no busca dialogo y acuerdos con las minorías, tener el poder de la mayoría implica la responsabilidad de conducir y esa responsabilidad en un régimen democrático obliga al dialogo, a la discusión y a buscar acuerdos lo más amplios posibles y no a la imposición sin trámites. Las minorías representan a millones de mexicanos que tienen derecho a ser escuchados y tomados en cuenta a través de sus representantes.

Lamentables son las propuestas encaminadas a debilitar a la oposición en la tinta y el papel y no en las urnas, la eliminación de la representación plurinominal y la reducción de las prerrogativas a los partidos políticos son retrocesos y muestran claramente y sin ambages, la intención de mantener e incrementar el poder político del Gobierno en turno, su partido y sus aliados políticos, lo cual es racional, el problema es la manera, este objetivo no debe nunca rebasar la línea de lo injusto y de lo que no es equitativo. Cambiemos lo que ha estado mal, pero sin hacerlo peor.

No se ha evitado la tradicional tentación presidencial de controlar a los otros poderes de la Unión, en la Cámara de Diputados su amplia mayoría le permite aprobar el presupuesto tal y como desea el Poder Ejecutivo, es decir, tiene control total sobre el más relevante instrumento de política pública: el presupuesto. En muchas democracias es común que el gobierno en turno acuse de bloquear o cambiar sus planes a la oposición, este elemento no está hoy presente y ello obliga más a dar resultados.

Esa representación legislativa le ha permitido también influir en la designación de nuevos integrantes del Poder Judicial, que cabe decir, tiene una gran deuda histórica con el país, solo hay justicia para quien pueda pagarla y el estado no defiende a sus ciudadanos, son los ciudadanos quienes en la mayoría de las veces deben defenderse del abuso de integrantes del Gobierno y de los amigos del poder.

El Gobierno Federal mantendrá su alianza política con el PRI, que en una mezcla de miedo a la justicia, “responsabilidad institucional sempiterna” y cálculo político, han optado por el traje de discretos colaboradores en calidad de oposición de apoyo.

El equilibrio de poderes cada vez es más frágil, la tendencia a la falta de acuerdos, diálogos y consensos, no cambiará en este 2020, más polarización política con los sectores políticos y sociales derechistas será el signo.

SOCIEDAD POLARIZADA

El problema histórico y estructural de la pobreza y la desigualdad social, junto con la seguridad, sin duda son los grandes retos de este Gobierno Federal, la gran apuesta son sus programas de apoyos sociales directos, los grandes ajustes presupuestales tienen invariablemente esa orientación y su impacto es inmediato, la cobertura es muy amplia pero está dividiendo al país entre quienes cuentan con ellos y quienes no.

Su impacto de largo plazo es cuestionable debido a que no modifican las condiciones sociales y económicas, sino que ayudan al gasto corriente personal, no se están transformando las raíces de la pobreza, se está disminuyendo coyunturalmente bajo dependencia, no se generan nuevas oportunidades.

En materia de educación se han realizado cambios importantes pero no se puede hablar de una gran reforma o transformación educativa, la extensión de la cobertura es necesaria e inaplazable, pero la manera de hacerlo cobrará como víctima a la calidad educativa, la experiencia de la hoy Ciudad de México así lo demuestra.

La salud no es la excepción, hasta el momento la población sin seguridad social no sabe de qué se trata el cambio al Insabi, no se informa a que no tienen derechos las personas en esa situación, el financiamiento y ampliación de esquemas de subrogación producirán una fuerte presión de las finanzas públicas y la gran transformación hacia un sistema universal de salud no se vislumbra.

SEGURIDAD

La normalización de la violencia nacional en lo que va del presente siglo, le pasa una factura política baja al actual Gobierno Federal y ese bono debe ser mejor aprovechado sin autoponerse plazos fatales, pero si obligándose a mostrar avances.

El modelo social de combate al crimen no es incorrecto, el problema es el error de cálculo en la materialización de resultados, esas estrategias solo sirven en el largo plazo y podrían verse avances hasta los dos últimos años del sexenio, en el mejor y deseable escenario, ese si sería un cambio estructural positivo. El modelo policial iniciado con la creación de la Guardia Nacional, las iniciativas en curso y en discusión respecto a la relativa autonomía de la Fiscalía General de la República y las reformas al sistema penal y del Poder Judicial, si se logran encausar hacia donde deben de ir son factores que contribuirán, pero no resolverán el problema.

Sin medidas profundas y contundentes para empezar a desarraigar la corrupción y la penetración del crimen organizado en las estructuras militares, policiales y judiciales, el complemento del modelo social de combate a la delincuencia y la violencia puede fracasar.

EN BREVE TÉRMINO

Se heredó un desastre en muchos de los rubros de actuación del actual gubernamental, es cierto, recibieron un país sumido en la inseguridad, corrupción, impunidad, injusticia, pobreza, sin crecimiento económico, también es cierto, que los cambios son graduales y las transformaciones cobran vida en periodos más largos es entendible, por igual resulta verdad que la sociedad ha comenzado a exigir resultados y realidades y en este segundo año, se deben mostrar nuevas tendencias positivas, un crecimiento económico cercano a 1.5 % del PIB, crecimiento de la inversión directa en 3% y crecimiento del empleo en 2%, es decir, una moderada reactivación económica; en política habrá poca apertura intento de establecer más controles a los otros poderes y cambios institucionales para acotar a la oposición y mayor polarización política y social, pocos avances en seguridad y mejores indicadores sociales. Los primeros resultados del censo de población en la segunda mitad del año nos darán razón u otros datos.

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