07.07.2023
Los videos en la que se ve a la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández, desayunando con un sujeto que es identificado como el líder de Los Ardillos en esa ciudad, es el complemento de los mensajes dejados la semana pasada, junto con siete cuerpos desmembrados muy cerca de la presidencia municipal, en donde reclamaban a la funcionaria cumplir con los acuerdos adoptados en un desayuno que, debemos interpretar, es el mismo que se mostró en el video.
Todo ello tiene relación con la lucha que mantienen en Chilpancingo y otros municipios los grupos de los Ardillos contra los Tlacos, dos de las más de diez organizaciones criminales que operan en distintas zonas de estado, además de los llamados grupos de autodefensa o policías comunitarias que son, a su vez, brazos armados de los distintos grupos criminales.
Seguir la pista de todas esas organizaciones es complejo, difícil, porque las alianzas y enfrentamientos pueden durar años o modificarse súbitamente de acuerdo con las necesidades coyunturales. Lo que es permanente es la violencia, el control sobre las comunidades y la impunidad. También la relación de esos grupos criminales con el poder político estatal y municipal. Y en ocasiones federal.
En el libro La Noche de Iguala, secuestro, asesinato y narcotráfico en Guerrero (Cal y Arena, 2018) hacemos una muy amplia radiografía del narcotráfico en ese estado, con grupos y personajes que se han mantenido hasta el día de hoy, cambiando alianzas y enemigos, en ocasiones también de nombre, pero siguen siendo los mismos grupos, así como muchos de sus liderazgos.
En el estado opera la Nueva Familia Michoacana, de los hermanos Hurtado Olascoaga, con sede de operaciones en Arcelia y extendiéndose desde allí por Michoacán, Guerrero y el estado de México. Desde la llegada de Evelyn Salgado se han fortalecido en toda la zona serrana del estado. Quedan grupos de los Templarios que fueron muy poderosos e terminaron haciendo acuerdos con la Familia, en lo que en Michoacán se conoce como Cárteles Unidos.
Los Guerreros Unidos que llegaron a ser la organización criminal más poderosa del estado, junto con los Rojos, se ha ido desgastando desde el caso Ayotzinapa, en la misma medida en que muchos de sus líderes se han convertido en testigos protegidos. Los Rojos, sus rivales, con enorme presencia en el estado durante el gobierno de Angel Aguirre, también han sido replegados por golpes de las autoridades y de Los Ardillos, que progresivamente han tomado mayor protagonismo.
Los Ardillos, los que se reunieron con la alcaldesa de Chilpancingo, estuvieron encabezados por Celso Ortega Jiménez La Vela y sus hermanos Antonio Ortega Jiménez, El Ardillo e Iván Ortega Jiménez, el niño de oro. Son hermanos de Bernardo Ortega Jiménez, quien fue presidente municipal de Quechultenango de 2002 a 2005 y luego líder de la bancada del PRD en el congreso local en el 2012, desde allí han ido asumiendo cada vez mayor protagonismo y le disputan la capital y otros municipios a los Tlacos.
Otro grupo, que estuvo apoyado en los Rojos son los de Gente Nueva, absorbido por el Cártel Jalisco Nueva Generación, también con creciente presencia en la zona, sobre todo en Huitzuco de los Figueroa, Iguala, Tepecoacuilco y Cocula. Está el cártel del Sur, también en la zona de Chilpancingo, enfrentado con los Rojos y muy debilitado por la caída de sus líderes. Los Tequileros, otros que se han venido debilitando en los últimos años, en estas luchas internas se habían aliado con Guerreros Unidos. En la zona opera con fuerza creciente otro grupo michoacano, Los Viagras.
El CJNG asociado con grupos locales opera en toda la Costa Grande, en Zihuatanejo, Petatlán, Tecpan de Galeana, Atoyac de Alvarez y Coyuca de Benítez, entre otros municipios.
En la disputa principal por Chilpancingo, a Los Ardillos se les atribuye el control de municipios como Zitlala, Chilapa, Quechultenango y Mochitlán, además de varias comunidades de Chilpancingo. En febrero pasado atacaron la base de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) de Buenavista de la Salud, donde murieron cuatro autodefensas. La UPOEG está acusada, a su vez, de ser una organización del crimen organizado. Los Ardillos tendrían presencia en parte importante de la región Centro, Montaña Baja y particularmente en el circuito Río Azul.
Los Tlacos surgieron como grupo entre 2015 y 2016, su principal punto de operaciones está en el municipio de Heliodoro Castillo, en Tlacotepec. Aparecieron originalmente como un grupo de autodefensa contra Los Tequileros, El Cártel del Sur, lo que quedaba de Los Rojos (la fracción que dirigía Santiago Mazari El Carrete), y han disputan también el control de Iguala y Taxco. Explotan importantes minas que han arrebatado a sus dueños la zona minera de Eduardo Neri (Mezcala y Carrizalillo), controlan parte de Iguala y tienen presencia creciente, casi hegemónica, en Chilpancingo.
Los Ardillos y los Tlacos no sólo disputan el control sobre la capital del estado, disputan espacios políticos y autoridades, porque cada vez es más notables el poder que esos y otros grupos tienen sobre el poder público en el estado de Guerrero.